Publicado el 05-11-2024 a las 11:45 hs
Los Killis pertenecen al orden Cyprinodontiformes, que incluye una gran diversidad de peces. Aunque comúnmente se asocian a ambientes temporales, la mayoría de los Killis no viven en ecosistemas estacionales. Los llamados peces anuales o estacionales, adaptados a ciclos de inundación y sequía, representan un subgrupo específico que constituye un poco menos de un tercio del total de las especies de Killis.
Los Killis estacionales habitan en charcos de agua temporales donde los adultos depositan sus huevos antes de morir en épocas de sequía. Estos huevos, que quedan en el fondo del charco, son altamente resistentes a la desecación y permiten el intercambio gaseoso. Su desarrollo embrionario y eclosión se sincronizan con el llenado del charco, desarrollándose rápidamente y alcanzando la madurez sexual en pocas semanas, lo que da inicio a un nuevo ciclo.
Esta forma de vida hace a los Killis estacionales especialmente sensibles a las modificaciones del hábitat, así como a los cambios climáticos que pueden alterar las temperaturas, las precipitaciones o los ciclos naturales de inundación. La mayor amenaza para sus poblaciones en Sudamérica y en Argentina es la pérdida de hábitat, asociada a la transformación de los usos del suelo o la regulación de las planicies de inundación.
Gracias a la colaboración del Dr. Felipe Alonso (Investigador Asistente del CONICET), quien se especializa en sistemática, taxonomía y anatomía de peces neotropicales, y es además representante de Killifish Foundation, el SIB cuenta con imágenes ilustrativas de las especies de la familia Rivulidae.
En este contexto cabe mencionar que el Dr. Alonso describió una nueva especie de pez anual, Argolebias adrianae, para el Parque Nacional Iguazú junto con Guillermo E. Terán, Pablo Calviño, Wilson S. Serra Alanis, Martín M. Montes, Ignacio D. García, Jorge A. Barneche, Liliana Ciotek, Pablo Giorgis y Jorge Casciotta.
El aporte de imágenes por parte de los investigadores es de gran importancia para el reconocimiento de las distintas especies, en este caso de “peces anuales”, que habitan en Argentina, constituyendo una forma para alertar sobre su delicado estatus de conservación frente a los cambios ambientales y climáticos.